El alcoholismo es una enfermedad producida por la adicción al alcohol. Una simple definición para uno de los problemas más graves que padece la sociedad moderna. Dicha sustancia tiene la potencialidad de tener un efecto sedante y estimulante, aunque su efecto real sea la de depresora del sistema nervioso. Pero el poder de ser vivido como estimulante o sedante cubre un espectro mucho más amplio de posibles consumidores lo que, unido a la facilidad de su producción y adquisición, explica el carácter epidémico mundial de esta adicción.
Por su extensión y utilización, la adicción al alcohol está en
segundo lugar, después de la adicción a la nicotina. El potencial daños físicos
y psíquicos la hace una de las drogas más peligrosas para los adictos así
como a aquellos que les rodean. Además, las personas bajo los efectos del
alcohol están expuestos al consumo de otras drogas con el consiguiente
perjuicio.
Por otra parte la mujer alcohólica es mucho mas reticente que el
hombre alcohólico a reconocer su adicción y sus consecuencias. Esto se
debe, en gran parte, a la intolerancia de la sociedad frente a las mujeres
alcohólicas; de cada 10 mujeres adictas, 9 son abandonadas por sus maridos;
en cambio de 10 alcohólicos, sólo 1 es abandonado por su mujer.
Parece claro que hay una predisposición genética o por lo menos una
susceptibilidad en ésta enfermedad, ya que unos pueden sentirse atrapados
por el alcohol y otros no. De todos modos, el factor condicionante es el hábito
de beber, y especialmente si la ingestión de bebidas alcohólicas se hace
de forma continuada y abundante.
El alcoholismo afecta más a los varones adultos, pero últimamente
está aumentando de manera alarmante entre las mujeres y jóvenes. El
consumo y los problemas derivados del alcohol están aumentando en todo
Occidente desde 1980, incluyendo EE.UU., La Unión Europea y la Europa
Oriental, así como en los países en vías de desarrollo.
Ya sabemos que no es lo mismo
tomar una cerveza que un vaso de vino. Pero tampoco es el mismo recipiente.
Por eso la cerveza se ofrece en jarra y el aguardiente en copa pequeña. Se
acepta que el que bebe, ingiere una dosis, sea cual sea la bebida que tome,
ya que a mayor grado alcohólico, menor capacidad tiene el recipiente. El
grado alcohólico de una bebida es la cantidad de alcohol puro que esa
bebida contiene y viene dado por el porcentaje de alcohol diluido en el
volumen. 12º quiere decir que esa bebida tiene 12% de alcohol en el volumen
total.
El problema grave del alcohol es que cuando se ingiere una cantidad
mayor que la que el hígado puede metabolizar, resulta tóxica para el
organismo. Y entonces para deshacerse de él pone en marcha una serie de
vías de urgencias
que acaban destruyendo las células. El hígado se deshace del alcohol, a
una velocidad fija. Podemos buscar un modelo. Cuando un hombre de 70 kilos,
bien alimentado y sano toma más de 7 gramos de alcohol a la hora, está
poniendo en juego ese mecanismo de urgencia. Y es cuando se ingiere más
alcohol del citado, el organismo necesita destruirlo. La oxidación de ese
alcohol se vuelve tóxica, aumenta la proporción de alcohol en los tejidos
y el procedimiento del hígado se sustituye por una vía de desintoxicación
en la que los ácidos nucleicos de las células son quemados conjuntamente
con el alcohol. poner en
funcionamiento este proceso resulta peligroso porque las células se
destruyen a sí misma para eliminar el alcohol.
Conviene tener en cuenta, aunque a veces pueda perecer falso, que:
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El alcohol, no es un alimento.
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Incluso los vinos más suaves pueden ser peligrosos.
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El alcohol no quita la sed, la aumenta.
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No da fuerza.
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No es estimulante ni excitante.
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No da calor, sino todo lo contrario. Calienta superficialmente haciendo perder el calor interno.
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No beneficia al corazón como vasodilatador.
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Nunca es una medicina.
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No hace al individuo más sociable, sino más charlatán.
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No estimula el apetito.
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Es una droga.
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Beber más y más a menudo que los que le rodean. Tener sed de alcohol.
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Beber a escondidas.
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Buscar en la bebida facilidad de palabra, simpatía...
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Sufrir pérdidas de memoria después de haber bebido. No acordarse de detalles de la noche anterior en que se bebió.
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No tomar sólo una copa. A una debe seguir necesariamente otra.
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Ser reacio a hablar de todo lo relacionado con la bebida.
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Falta de apetito.
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Decir que bebe menos de lo que realmente bebe.
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Tener un pequeño temblor en las manos y en la lengua que desaparece al beber.
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Cambios bruscos en el estado de ánimo.
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Náuseas o vómitos al levantarse.
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Insomnio continuado.
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Pensamientos suicidas.
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Agresividad, sobre todo en el ámbito familiar.
En cualquiera de las distintas manifestaciones, incluyen la
preocupación por la disponibilidad de alcohol, lo que influye poderosamente
en la elección por parte del enfermo de sus amistades y/o actividades.
Al principio el alcohólico puede aparentar una alta tolerancia al
alcohol, consumiendo más y mostrando menos efectos nocivos que el resto de
la población. Más adelante, sin embargo, el alcohol empieza a cobrar cada
vez mayor importancia en las relaciones personales, el trabajo, la reputación
e incluso la salud física.
El individuo pierde el control del alcohol y es incapaz de evitarlo o
moderar su consumo. Se habla de alcoholismo intermitente,
alcohólicos de fin de semana, etc. En definitiva y en cualquier caso,
existe unos claros signos de dependencia y falta de control en el consumo.
Se empieza a beber y no se puede detener.
Hay casos en que el alcohólico que ha decidido dejar de beber a través
de una de éstas asociaciones, necesita a la vez de ayuda médica, que
mediante fármacos le ayudará a superar el síndrome
de abstinencia, estado que se manifiesta con dolores musculares,
temblores de manos, vómitos, nerviosismo, confusión, insomnio, delirios,
etc.
El tratamiento primario comienza
con el reconocimiento del alcoholismo como un problema que necesita atención
específica, en vez de considerarlo secundario a otro problema subyacente
como se hacía antaño. A medida que la sociedad se conciencia de la
verdadera naturaleza del alcoholismo, disminuye su consideración como
estigma social, los enfermos y sus familiares lo ocultan menos y el diagnóstico
no se retrasa tanto. Los tratamientos más precoces y mejores están
produciendo unas altas esperanzadoras tasas de recuperación.
A pesar de los resultados esperanzadores del tratamiento actual, se
estima en más de 100.000 el número de muertos
anuales sólo en EE.UU. a
causa del alcohol. En la Federación Rusa un 12 por 100.000 de la población
ingresa anualmente en los hospitales para ser tratados de intoxicaciones etílicas
agudas. El Plan Europeo de Acción contra el Alcohol de la O.M.S., pretende
reducir en un 25% el consumo de alcohol entre 1980 y el año 2000, prestando
especial atención a la Europa Oriental. En los últimos años, España ha
pasado a ocupar el segundo lugar en el mundo en tasa de alcoholismo.
Según
datos revelados por los estudios que en este campo se han realizado en
nuestro país, de el 10 al 12% de las personas que beben son alcohólicas y
entre el 20 y el 25% de la población laboral tiene problemas por el consumo
de alcohol. Piénsese, si las estadísticas no mienten, que uno de cada
cuatro jóvenes que a los 14 años esté tomándose un cuba libre será
alcohólico.
Un niño de éste tipo de familia puede tener varios problemas:
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Sentimientos de culpa. El niño/a puede sentirse que él es el causante del uso de alcohol por parte de su padre o madre.
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Angustia o ansiedad. Puede sentirse continuamente preocupado por la situación del hogar. Puede temer que el padre o madre alcohólico/a se enferme, se lesione o surjan peleas o violencia entre sus padres.
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Vergüenza. Los padres pueden dar el mensaje de que hay un secreto terrible en el hogar. Un niño/a avergonzado/a no invita a sus amigos a la casa y teme pedir ayuda a alguien.
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Incapacidad para mantener relaciones interpersonales. Debido a su decepción por el alcoholismo de su padre/madre muchas veces desconfía de los demás.
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Confusión. Muchas veces la conducta del padre/madre alcohólico/a cambia repentinamente de cariñoso a irritable, independientemente de la conducta del niño/a. La rutina familiar diaria, tan importante para organizar su vida, queda alterada al cambiar constantemente los horarios de sueño, comida y otras actividades.
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Enojo. El niño puede sentir enojo contra el padre/madre bebedor y molestia con el progenitor no alcohólico por no prestarle apoyo y protección.
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Depresión. El niño/a se siente solo y desesperado en su empeño por cambiar la situación.
Algunos niños de padres alcohólicos tienden a asumir el rol de “padres
responsables” en la familia y entre los amigos. Tienden a manejar el
alcoholismo de sus padres actuando de forma controlada, dedicándose a sus
estudios con intensidad, alcanzando un aprovechamiento superior durante sus
años escolares, mientras se aíslan emocionalmente de sus padres y compañeros.
Sus problemas emocionales saldrán a la luz cuando lleguen a adulto.
Estos niños/as se pueden beneficiar de ayuda de grupos como Al-anon y
Al-ateen, grupos de autoayuda paralelos a Alcohólicos Anónimos. Ellos
pueden asistir a sus sesiones aún cuando su progenitor alcohólico no esté
recibiendo ayuda. La ayuda profesional temprana es muy importante para
prevenir problemas mas serios incluyendo el alcoholismo en los niños. El
psiquiatra de niños y adolescentes puede ayudarles a resolver sus problemas
y hacerles entender que no son responsables del abuso de alcohol de sus padres.